Romulo y RemoEstoy absolutamente indignada y alguien me va a tener que explicar que es lo que está pasando conmigo.

Tengo una amiga que ya está en segundo de facultad de psicología que me contó lo que había leído en un autor francés muy revolucionario.

Este filósofo parece que denunciaba al cristianismo porque en el momento de persignarse, se decía «En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo. Amén» sin hacer la más mínima mención a María.

Vengo repitiendo esas palabras desde que tengo uso de razón sin darme cuenta que me estoy excluyendo de la raza humana como una verdadera tonta.

¿Qué es lo que pasa con nosotras? Parece que formamos parte de una confabulación en contra nuestra que no puedo dar cabida en mi cerebro.

¿Cómo puede ser que la mitad de la población mundial sea ignorada de esta forma? ¿Realmente nos merecemos esta exclusión? ¿Estamos íntimamente de acuerdo con que nos discriminen?

Dentro de lo poco que sé, no me siento representada por ningún movimiento feminista porque me parece que son unas bobas que lo único que pretenden es conquistar las obligaciones de los hombres a cambios de uno o dos derechos que para nosotras simbolizan la igualación: el derecho al voto —que ya se consiguió— y una mayor semejanza en las remuneraciones cuando las tareas sean iguales a la de los hombres —que está por conseguirse—.

Si los que dicen representar a Dios nos excluyen de una forma tan manifiesta y hasta nosotras lo andamos repitiendo cuando nos persignamos, ¿cómo hago para no deprimirme? ¿qué valores tomarán de mí los hijos que tenga y que inevitablemente estarán criándose con un no-ser-humano?